Entrevista: JOSÉ MARÍA ARGUEDAS Y LA EDUCACIÓN INTERCULTURAL

01/15/2021

Conmemorando el onomástico del célebre amauta José María Arguedas, nuestro docente y coordinador de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Mg. Gustavo Villar Mayuntupa; nos brinda algunos alcances de la importancia de su pensamiento, así como la permanencia y vigencia del mismo, incluso en esta nueva realidad ocasionada por la pandemia de la COVID-19.

 

¿Por qué es importante el pensamiento de José María Arguedas (JMA) en la educación?

Como literato, antropólogo y educador, Arguedas dejó claramente evidenciado que en nuestro país existe un sistema de dominación cultural. Somos un país de todas las sangres, pero en el que las culturas andino-amazónicas se encuentran en relación de subordinación respecto a la cultura occidental. Esta es una realidad que no puede obviarse en un proceso educativo. Y es una realidad que el sistema educativo debe contribuir a cambiar. El pensamiento arguediano, socialista y afín a las ideas del Amauta José Carlos Mariátegui, nos demanda comprender que no es posible democratizar la educación sin democratizar la economía; pero, al mismo tiempo, nos permite convencernos que la educación es un espacio de lucha en el que hay que contribuir a enfrentar esta situación de dominación cultural.

 

¿Cuál es la propuesta de JMA con respecto a la educación intercultural?

El enfoque intercultural que se propone en el Currículo Nacional para la Educación Básica parte del reconocimiento de la existencia de la diversidad de culturas, y de la necesidad de valorar y respetar todas las identidades culturales e interactuar con ellas en condiciones de igualdad. Parte también del reconocimiento que esta diversidad es parte de nuestra riqueza como país. Propone también como parte de ese respeto y reconocimiento, enseñar a los niños en su lengua materna y enseñarle luego el español, en ambos casos para no colocarlos en una situación de desventaja. Todo esto está bien, sin embargo, en la realidad, no deja de ser un buen deseo, como diría Rodrigo Montoya; y omite, además, el reconocimiento de la existencia de una situación de dominación cultural y de la estrecha relación histórica y presente que existe entre esta y la dominación social, política y económica. En la obra de Arguedas siempre vamos a ver una comprensión muy amplia de cómo se entroncan las distintas formas de dominación en nuestro país. Y, por tanto, no puede reducirse esta problemática solo a un problema valorativo o actitudinal. Debemos cuestionarnos las distintas formas de prejuicio y discriminación, pero debemos cuestionarnos también las estructuras de poder que las reproducen y las alimentan.   

Partiendo de esta premisa, hay tres aspectos que quiero destacar de forma específica como aportes del pensamiento arguediano a la educación intercultural, que, claro está, no son los únicos. El primero está referido a la necesidad de unir los aportes de las diversas culturas, pero sin que esto implica la aculturación de los pueblos vencidos. En su célebre discurso No soy un aculturado al recibir el premio Inca Garcilaso de la Vega en 1968, señaló: “El cerco podía y debía ser destruido: el caudal de las dos naciones se podía y debía unir. Y el camino no tenía por qué ser, ni era posible que fuera únicamente el que se exigía con imperio de vencedores expoliadores, o sea: que la nación vencida renuncie a su alma, aunque no sea sino en la apariencia, formalmente, y tome la de los vencedores, es decir que se aculture”. Esto es importante porque cualquier proyecto de integración o respeto a la diversidad cultural, sin aculturación, debe poner en agenda la desigualdad económica, social, política y educativa en la que se encuentran los pueblos andinos y amazónicos en el Perú.

En segundo lugar, Arguedas demanda a los maestros el conocimiento del niño, como premisa para toda acción educativa. Todo maestro está en el deber de conocer el universo cultural del niño, las costumbres familiares y comunales, los cuentos de los que se ha alimentado en la infancia, la visión del mundo de la que ha bebido desde sus primeros años. Esto es importante como principio educativo, como parte de la práctica política y pedagógica del maestro en su relación con los estudiantes, como parte de una intervención democrática y dialógica, respetuosa de la realidad y la cultura del niño.

En tercer lugar, en relación a la enseñanza de la lengua y la cultura, Arguedas puede ser considerado como un precursor de la educación intercultural bilingüe, al defender la necesidad del Método Cultural por oposición al Método de la Imposición. En su obra Nosotros los maestros, escribió: “Nosotros creemos que se debe castellanizar al indio y se le debe dar enseñanza de acuerdo con el Método llamado Cultural. Ya dijimos que el primer paso para la aplicación de esta forma de enseñanza es la alfabetización científica de la lengua kechua. Convenido el alfabeto será necesario editar pequeños textos en kechua. Con estos materiales se iniciaría la enseñanza de la lectura (…) El Método de la Imposición es de fuerza, ciego, cruel y humillante; fue aplicado siempre bajo el supuesto de la superioridad de ciertas razas y culturas sobre otras”. Este Método Cultural, propuesto por el lingüista y etnólogo Mauricio Swadesh, fue defendido y destacado por Arguedas, y se aplica hoy para la Educación Intercultural Bilingüe en países como Perú y México, en la que rige el principio de enseñar primero en la lengua materna y luego, progresivamente, en español.

 

¿Cómo la UCH adopta la propuesta de educación intercultural en la formación de futuros docentes?

En nuestra universidad, asumimos la necesidad de una formación docente con un enfoque intercultural abordado de una forma transversal tanto a nivel curricular como extracurricular. Además de los cursos de Cosmovisión andina y amazónica y los que corresponden directamente a Educación e interculturalidad y Tutoría e interculturalidad, nuestros estudiantes participan también de talleres artísticos, encuentros interuniversitarios y otros espacios donde se promueve la apreciación y expresión de la diversidad cultural que tiene nuestro país. Además, por diversos medios y asignaturas, nuestros estudiantes se van formando una conciencia crítica de la realidad, que incluye por supuesto, la realidad cultural de nuestra patria con toda su riqueza, complejidad y contradicciones.

Así mismo, acogemos la propuesta de formación integral, cuyas bases son recogidas de los aportes del doctor Walter Peñaloza quien señalaba, de manera muy arguediana, que uno de los fines de la educación es la culturación, no culturización, que significaría hacer culta a una persona, sino culturación, por oposición a aculturación; es decir, la necesidad de formar al hombre en su cultura, con identidad y sentimientos de orgullo y pertenencia, sin rechazarla o avergonzarse de ella.

 

¿Cuáles son los retos para establecer la propuesta de JMA en esta nueva realidad (Tener en cuenta la educación virtual y las nuevas formas de socialización)?

La situación de pandemia generada por la COVID-19 ha evidenciado y acentuado las brechas de desigualdad en todo ámbito, incluyendo las tecnológicas y digitales, afectando, de esa forma, el derecho a la educación y a la educación intercultural de los pueblos indígenas. Hay experiencias y esfuerzos importantes orientados a la capacitación de educadores tradicionales, desarrollo y digitalización de contenidos lingüísticos y culturales de pueblos originarios, y otras experiencias de participación virtual de docentes, educadores tradicionales y estudiantes; aunque, lamentablemente, todo esto es aún incipiente y no priorizado de forma suficiente en las políticas públicas.

El Mg. Gustavo Villar nos sitúa en la visión que tenía el amauta sobre la educación, conmemorando su onomástico.
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